1. ¿Es verdad que la actitud del paciente es fundamental para curarse del cáncer?
No. Existe la creencia popular de que si el paciente está animado o es positivo tiene más probabilidades de curarse. Por el contrario aquellos pacientes negativos y pesimistas tienen menos probabilidades de sobrevivir. La literatura existente demuestra que esto no es cierto, sino que la actitud mejora la calidad de vida del enfermo y de su familia (desde luego es más fácil convivir con una persona positiva que con una con tendencia a lamentarse y quejarse). También podría haber factores indirectos, pues las personas más negativas y resignadas tienden a cumplir menos con las pautas médicas, e incluso tienen más riesgo de abandono del tratamiento. Este sería el factor real que induciría a una menor supervivencia. Es importante evitar presionar al enfermo para que se sienta y muestre animado sin excepción, pues, a la larga, no dejarle expresar sus emociones negativas suele ser perjudicial para él o ella. Si pasado un cierto tiempo (sobre todo después de finalizado el tratamiento) el paciente persiste en una actitud negativa o depresiva que le impide llevar una vida normal es el momento de consultar con un especialista.
2. ¿Es mejor que mi familiar sepa la verdad sobre su diagnóstico y pronóstico?
Esta pregunta es delicada y no existe una respuesta universal. Hay que tener en cuenta diversos factores, desde el cultural, hasta la edad y factores de personalidad del paciente. La influencia de países como Estados Unidos ha hecho que en muchos países se haya adoptado su modelo de información total, sin transición y sin valorar las consecuencias en el enfermo y en su familia. Supuestamente es un derecho y muchos médicos y enfermeras, e incluso muchos familiares han tomado consciencia de que así debe ser. No obstante nosotros recomendamos cautela en cuanto a las actitudes radicales. Es fácil reivindicar una información total, por muy cruda que sea la verdad, cuando uno no es el afectado. Pero, a veces, los enfermos tienen actitudes como la negación (link a glosari de c.mama) que usan para protegerse de una información que podría ser dañina para ellos. El miedo a como uno va a reaccionar es superior al miedo a la muerte, muchas veces. Hay que ir con cautela y respetar los tiempos del paciente, sus preguntas y comentarios. Y, sobretodo, leer ‘entre líneas’: ver qué nos dice el enfermo y si hay contradicciones en sus afirmaciones. En caso de duda, acudir a un profesional, o contacte con nosotros (link consultorio). Si no está seguro de lo que va a hacer, mejor esperar que decir cosas de las que luego pueda arrepentirse.
3. Mis hijos son pequeños, ¿es mejor que sepan lo que ocurre en casa?
De nuevo, este tema precisa de análisis detallados por casos individuales. Los niños son personas, por lo que sus formas de ser y reaccionar son individuales también. Además se engloba en la palabra ‘niño’ a individuos en etapas del desarrollo muy distintas. Así como los adultos no se diferencian tanto en lo que pueden o no entender, los niños entran en fases psicológicas diferentes de forma rápida, por su crecimiento y maduración natural. Así, pues los conceptos de muerte y enfermedad son muy diversos según estas etapas. Pero lo cierto es que los niños captan desde muy pequeños cambios en las rutinas familiares y en el estado anímico de los adultos que le rodean. Es muy importante es hablar con los maestros del niño, e incluso con el psicólogo de la escuela. Infórmeles de la situación y pídales que estén atentos. Muchos niños aún no saben explicar sus emociones y pueden manifestar su sufrimiento en forma de trastornos en el comportamiento, somatizaciones (quejas físicas sin lógica aparente) e incluso en formas de regresión (no retener la orina, no querer dormir solos, querer que les den la comida….). Todo esto son señales y debemos estar alerta.
4. ¿Es mejor celebrar fiestas y la navidad como si nada hubiera sucedido o, por el contrario, es mejor no hacerlo para no dañar al enfermo?
Sin duda lo mejor es preguntar al propio enfermo, pues es difícil acertar con nuestra actitud. Si él o ella no han dicho nada al respecto, hay que hablarlo abiertamente. Si el paciente detecta que no va a celebrarse su cumpleaños o el santo de su hija o su padre…puede sentirse deprimido y pensar que todo va mal, si no hay ni ánimos para celebraciones. Por el contrario, si no se ha hablado con él, y ve que los demás hacen preparativos para el día de navidad, como si nada ocurriera puede pensar que no tienen en cuenta su estado, y no comprenden cómo se encuentra. Por ello, preguntarle o sugerirle el tema es lo mejor. Salvo casos muy extremos, es importante que la familia celebre sus fiestas, aunque es mejor que intente adaptarse al estado del paciente. Quizás prefiera estar solo con los más allegados, o no pueda comer según qué cosas….es bueno planificar todo esto para que la celebración sea un éxito y contribuya a subir el ánimo del paciente. Y sobre todo: tenga en cuenta su opinión, pregúntele por los adornos, colores….e incluso dele tareas, que se sienta útil: no plantee que lo hace por compasión a él/ella, sino que realmente le está ayudando a usted (llamadas, e-mails, escribir felicitaciones….)
5. ¿Hay familiares con mayor predisposición al cáncer?
No hay una predisposición general, en el sentido de que hubiera más casos de cáncer en unas familias que en otras. Si se suman todos los casos de cáncer en una misma familia pero en varias generaciones, vemos que la mayoría de familias tienen varios casos. No existe el cáncer familiar.
6. ¿Y la predisposición familiar a tener el mismo tipo de cáncer?
Sí, está demostrado que hay familias que heredan el riesgo de un cáncer determinado (de mama, de próstata, de colon). En estos casos se observa que en varias generaciones algunos familiares han tenido el mismo tipo de cáncer. Se puede heredar la predisposición a un tipo de cáncer.
7. ¿Tengo derecho a unos días de permiso para acompañar a mi familiar a las visitas?
La baja laboral para acompañar a un familiar de primer o segundo grado que debe ser sometido a una intervención quirúrgica está prevista en la ley. Sin embargo para las visitas ambulatorias y tratamientos que no requieran ingreso no hay una legislación tan clara. También depende de la empresa. En caso de que esto constituya una fuente de conflicto para usted, debe usted buscar asesoría legal en un abogado laboralista.